Las normas internacionales de derechos humanos establecen que las personas detenidas tienen derecho al contacto directo y personal con sus familiares. Los Estados deben adoptar todos los medios razonables para fomentar y facilitar este contacto. En la práctica, las requisas corporales invasivas son un obstáculo para las visitas de familiares.
Cada semana, en todo el mundo, miles de mujeres y niñas son sometidas a requisas invasivas cuando van a visitar a un/a familiar que está detenido/a. Según las administraciones penitenciarias, los procedimientos son necesarios para mantener la seguridad y el orden. Sin embargo, las requisas corporales son intrínsecamente humillantes y degradantes.
A veces, las mujeres y las niñas son obligadas a desnudarse delante de lo/as guardias, mientras se ponen de cuclillas y abren sus genitales para una inspección visual. Estas prácticas violan su dignidad y su integridad física y psicológica.
No obstante, las familiares no suelen denunciar estos abusos. Muchas tienen miedo de alzar la voz. Temen que al hacerlo pierdan el acceso a la prisión o que su familiar sufra represalias por parte de la administración penitenciaria.
En esta entrevista, Andrea Casamento, fundadora de la Asociación Civil de Familiares de Detenidos de Argentina (ACIFAD), y miembro del Subcomité para la Prevención de la Tortura (SPT), describe cómo las familiares suelen "naturalizar" las requisas corporales abusivas. Han sido condicionadas a creer que es el precio que hay que pagar por ver a un/a familiar en la cárcel. Y, por amor a esa persona, aceptan pagar ese precio.
Sin embargo, existen alternativas. Los escáneres corporales y los escáneres ION son eficaces para prevenir la entrada de objetos prohibidos en prisión y, sobre todo, respetan la dignidad de las visitantes. Las asociaciones de familiares, como la de Andrea, son actores del cambio y juegan un papel importante para conseguir hacer esta alternativa una realidad.