La crisis y la emergencia sanitaria del COVID-19 nos trajo muchas preocupaciones a nosotras, familiares de personas detenidas, debido a la suspensión de las visitas carcelarias y la incertidumbre generalizada por la salud de nuestros seres queridos. Frente a esto, diversas organizaciones de mujeres familiares de personas detenidas de la región de América Latina, el Caribe y España, comenzamos a organizarnos en un colectivo y creamos RIMUF, la Red Internacional de Mujeres Familiares de Personas Privadas de la Libertad. Entendemos que la lucha debe ser colectiva, ya que las violaciones a los derechos humanos de las personas privadas de libertad y los nuestros como mujeres familiares no tienen distinción de país, cultura o religión.

En todo el mundo las cárceles arrasan con la subjetividad, la salud física y la vida de las personas privadas de libertad. También, en todo el mundo, las cárceles arrasan con nosotras, sus familiares. Si bien es intuitivo para cualquier persona que se acerque al tema carcelario, es un tema apenas atendido en la agenda de reforma carcelaria, la de derechos humanos, y en la agenda de género.

Es durísimo el proceso que atravesamos para acompañar a nuestros hijos e hijas, parejas, hermanos y hermanas, madres y padres. Desde que nuestro/a familiar es detenido/a entramos en contacto con un sistema judicial encriptado, poco empático y muchas veces hostil, donde se juega el destino de las personas presas y, por ende, también el nuestro. 

Como familiares, nos enfrentamos a un sistema carcelario violento y arbitrario, signado por las violaciones de derechos humanos, corrupción y oscurantismo. Estamos en contacto cotidiano con múltiples situaciones de violencia en este recorrido. 

Además, somos las que conectamos el adentro con el afuera y las que quedamos a cargo del cuidado y la contención de lxs niñxs en nuestros hogares luego del cimbronazo de la detención de nuestro/a familiar. 

La cárcel debería garantizar a las personas privadas de libertad el acceso a la atención médica, y bienes básicos, pero es sabido que esto no sucede. Nosotras viajamos horas desde la madrugada, recorremos largas distancias y hacemos filas interminables bajo el sol o enfrentando el frío, para poder visitar a nuestro/a familiar y llevarle ropa, comida, medicamentos y otros bienes básicos. Si nosotras no se lo llevamos, nuestro/a familiar queda a la deriva de la desidia de los sistemas penitenciarios. 

Todo esto hace que se se multipliquen los desafíos en nuestras vidas ya que no sólo somos responsables de la economía de nuestros hogares, las dinámicas de cuidado a nuestrxs hijxs; nuestros trabajos, sino que también somos el principal sostén de nuestro/a familiar detenidx. ¿Y quién se encarga o nos cuida a nosotras? Durante el 2021 fuimos construyendo una nueva respuesta a esta pregunta: nos cuidamos entre nosotras y es necesario estar organizadas. 

En los últimos años, en distintos lugares del mundo, las mujeres familiares de detenidxs empezamos a juntarnos y a organizarnos a nivel regional para acompañarnos en estos procesos. El armado de espacios de activismo y redes nos permite compartir y sostenernos para transitar los sufrimientos, ansiedades, incertidumbres y miedos, compartir información que nos permita resolver situaciones concretas y muchas veces, realizar acciones colectivas de denuncia o incidencia para promover nuestros derechos y los de nuestros familiares presxs.

Empezamos a alzar la voz en nuestros países para visibilizar el impacto de tener un familiar presx en nuestra vida y la de nuestrxs hijxs, y en algunos casos logramos involucrarnos en discusiones políticas locales y regionales sobre la situación carcelaria. Los retos son enormes en un contexto en que aumentan cada vez más la cantidad de detenidxs en sistemas signados por el hacinamiento, y que nada ofrecen para el momento de la salida. 

A partir de la pandemia del COVID-19 las organizaciones de mujeres familiares nos encontramos con nuevos desafíos y mucha incertidumbre por la imposibilidad de visitar a nuestros/as familiares, y por sistemas de salud carcelarios absolutamente colapsados. El miedo y la ansiedad se hicieron cada vez más agudos. En este contexto de crisis mundial, y teniendo en cuenta la sobrecarga en las tareas de cuidado sobre las mujeres, la experiencia intersubjetiva que implica tener a un/a familiar privado/a de su libertad nos acercó todavía más, fortaleció nuestros vínculos y entendimos que era necesario tejer puentes entre nosotras y armar una Red Internacional de Mujeres Familiares de Personas Privadas de la Libertad, es así como nace RIMUF. 

Nuestra red está integrada por organizaciones conformadas por familiares de personas detenidas, mayormente mujeres y por sobrevivientes de los sistemas penitenciarios: Acifad (Argentina); Amparar (Brasil); Mujeres Libres (Colombia); Azul Originario (El Salvador) Familia Penitenciaria Unida (Costa Rica); Familiares de Presos de Catalunya (España) y Caifam-Documenta (México). Somos organizaciones con diferentes orígenes, desarrollos y trayectorias, pero todas tenemos en común el hecho de estar conformadas por familiares o personas que atravesaron el encierro. 

La Red tiene, como uno de sus objetivos visibilizar el impacto del encarcelamiento en la vida de las mujeres familiares, poniendo el tema en la agenda de los organismos internacionales y la de los feminismos locales. Otro objetivo es fortalecer nuestras organizaciones para poder realizar en conjunto acciones de incidencia en políticas públicas para garantizar los DDHH de las personas privadas de libertad y sus familias. Compartiendo en red experiencias, recursos, estrategias y articulando acciones colectivas, queremos que se sepa cómo la cárcel arrasa con nuestras vidas, y también ser tenidas en cuenta como agentes de prevención de la tortura, porque nuestro rol como mujeres familiares es fundamental.

A nivel regional buscamos consolidar la idea de las familiares como actor relevante en las discusiones sobre la realidad carcelaria, y también dar cuenta de la necesidad de que se implementen políticas sociales orientadas a paliar el impacto de la cárcel en nuestras vidas. El trabajo regional potencia nuestro trabajo interno, y las acciones locales refuerzan el trabajo internacional. La identificación mutua nos sostiene y nos permite aprender nuevos caminos. La sinergia del trabajo colectivo nos permite mayores niveles de resonancia hacia afuera, y de fuerza adentro. La red es nuestro lugar donde seguir reconociéndonos como familiares de detenidxs, como activistas, y como mujeres con derechos que no pueden seguir siendo postergados. 

No hay datos oficiales para dimensionar el impacto de la cárcel en la vida de las familias de personas presas. Pero podemos sugerir que por cada detenido/a existen al menos 5 personas directamente afectadas y 2 a 3 de ellas son niños/as y adolescentes. Si sumamos la información de cada uno de los países en los cuales hay organizaciones de RIMUF, podemos estimar que de un total de 1.250.000 detenidos/as aproximadamente, hay más de 6 millones de familiares de los cuales más de 3 millones y medio son niños y adolescentes. 

La cárcel marca para siempre la vida de todas estas personas. Estamos convencidas de que, para construir sociedades menos violentas, es fundamental empezar a identificar esta cuestión, construir espacios que permitan compartir estas experiencias y generar información fehaciente para poder reclamar que la perspectiva de las mujeres familiares sea tenida en cuenta en futuras políticas públicas. 

 

Blog escrito por la Red Internacional de Mujeres Familiares de Personas Privadas de la Libertad (RIMUF)

Blog Tuesday, April 12, 2022