Dr. Richard Carver (Oxford Brookes University)
El Reino Unido ha hecho avances importantes en la reducción de la incidencia de la tortura durante los 30 años de este estudio. En los años setenta y ochenta, las fuerzas de seguridad de Irlanda del Norte cometían a menudo actos de tortura y malos tratos, lo que culminó en un celebrado fallo contra el Reino Unido en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En Inglaterra, los malos tratos infligidos por la policía habían llevado a graves errores judiciales basados en confesiones falsas, algunos de las cuales, pero no todos, estaban relacionados con el conflicto irlandés.
De principios a mediados de los años ochenta, se introdujeron varias medidas de prevención: la Ley de policía y medios de prueba en materia penal (PACE, por sus siglas en inglés), que mejoró mucho las protecciones para los y las presuntas delincuentes después de su arresto, una nueva fiscalía independiente y un cuerpo de inspección penitenciaria independiente. Las mejoras procesales introducidas por la PACE dieron lugar a resultados positivos inmediatos en Inglaterra y Gales.
La aplicación de la PACE en Irlanda del Norte también contribuyó a una reducción de los malos tratos, pero fue la concertación de una paz duradera al conflicto civil como parte del Acuerdo de Belfast firmado en 1998 lo que puso fin definitivamente a la tortura y los malos tratos. La reforma de la policía fue fundamental para la solución política, ya que se sustituyó la antigua Policía Real del Ulster por un nuevo servicio de policía aceptable para toda la comunidad. Un nuevo órgano de supervisión, el Ombudsman de la Policía, también resultó ser un medio eficaz para investigar denuncias de malos tratos.
La tortura ha persistido en situaciones que se encuentran fuera del ámbito de actuación de estos mecanismos de prevención, como la ocupación británica del sur de Irak a mediados de la primera década del siglo XXI.